En orden cronológico:
Caminando de su mano hasta el mercado. Jugando en el patio
de su casa mientras ella cocina y escucha ”Radio Aaaa… Iiii…” Viendo las fotos que
guarda en una cajita de madera laqueada dentro de su ropero. Su vestido
estampado con recortes de periódico. De compras con ella en El Puerto de
Liverpool. Escapándome al interior de la panadería mientras ella paga el pan
(el panadero aun recuerda esa práctica repetida por varios más). Recogiéndome a
media mañana en el negocio de mi Papá. Permitiéndome tomar una pieza de pan
(picones de El Cisne) de la puerta izquierda del mueble del antiguo comedor. Cuidándome
mientras mi Mamá esta en el hospital. Regalándome una pijama con estampado de
astronautas. Trayendo para mi un paquete
de buzos de juguete desde La Paz, B.C. Atando a mi mano un hilo rojo, diciéndome
que pidiera algo que deseara mucho (¡¡y resulto!!). Riendo mientras mi Abuelito
me metía por una angosta ventana para abrir la habitación del hotel, cuya llave
dejamos dentro. Sentada junto a mí en un prado en el mismo hotel, viendo correr
un rio. Invocando santos a discreción mientras mi Abuelito maneja
aymujernovoytanrapido en una carretera sinuosa rumbo a Villa del Carbón. Ayudándome
a bordar un trabajo escolar. En el festejo de los 50 años de su boda… ella
emocionada, yo pregunto: ”¿que sientes?... Cosquillitas en los dientes”,
contesta ella. Dedicada y solidaria durante las largas y penosas enfermedades
de sus 2 hermanos. Diciéndome adiós con la mano mientras yo camino con mi
Abuelito rumbo a su negocio. Sirviéndome un gran vaso de leche al llegar de la
escuela. Cenando con ella y mi Abuelito sobre una mesa portátil de madera mientras
vemos televisión. Preparando huevo con frijoles para mi después de llegar por
la noche a dormir a su casa. Regañándome por no ir a la escuela. Regañándome
por salir a buscar un asaltante. Sus ojos bajos y tristes durante el año nuevo
1992. Sus palabras premonitorias como bendición: “Yo sé que te voy a oír en el
radio…” El buen recibimiento para quienes llegaron conmigo. El cariño para mi
negrito. Las horas largas y densas de enfermedad. Las platicas increíbles,
detalladas y precisas sobre su propia historia. “La Raza de Bronce” de Amado
Nervo manuscrita por ella en 1931 con caligrafía digna de un museo, junto con
uno de sus cuadernos escolares, que un día, sin decir mas que “te voy a dar
algo”, me entrego. Las pertenencias de mi Abuelito que, de cuando en cuando, me
iba regalando. Los últimos años de enfermedades y melancolías. Muy poco antes
del fin, una tarde de domingo me arrodille para saludarla; por respuesta, con
ojos húmedos y sus manos suaves como siempre, no dijo nada; me tomo por la
cabeza y me dio un beso en medio de los ojos. Luego un abrazo. Finalmente, sus
ojos cerrados con expresión de tranquilidad.
Así, indeleble, es la memoria de los 37 años que compartí, de los 97 que a ella le tocaron. Y lo aquí escrito es solo una parte.
Así, indeleble, es la memoria de los 37 años que compartí, de los 97 que a ella le tocaron. Y lo aquí escrito es solo una parte.
Hoy (abril 25) cumpliría 100. No me alcanzaran otros 100
para extrañarla.
Te quiero Lichita. Felices 100. Saludos a todos los que ya están
por allá.
R.
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