PENDIENTES

No nos leemos desde hace mucho...

Y yo tenia pendiente, al menos, una cosa para escribir:

El 17 de julio falleció Jorge. Extraño personaje de mi familia que apareciera por primera vez, si no me equivoco, en 1984. Desde entonces busco posicionarse como tío, cuñado, concuño y yerno con regular éxito debido a su carácter y forma de ser y hacer.

A titulo personal, y aun deshechando la costumbre de hablar bien de alguien solo porque se muere, debo decir que su trato conmigo fue siempre respetuoso, cordial y, si... con afecto y cariño de tío-sobrino. Hubo oportunidad muchas veces y mucho tiempo de hacer cosas juntos: alguna vez se lastimo el cuello; esto lo imposibilitaba para cargar o manipular cosas pesadas; por ello yo le acompañaba a resurtir el tanque de gas de su casa (a la fecha no se porque no lo compraba con el camión distribuidor) e, invariablemente, después de esa diligencia almorzábamos una enorme torta cubana. Tenia (y llevaba a la practica) algunas ideas realmente excentricas, de las cuales me confieso testigo y hasta complice: yo lo acompañe a Texcoco por su polémica vajilla cuadrada (si... la que raspaba al comer), yo lo acompañe a comprar el tronco que utilizo en su casa como mesa de centro. Me confieso también testigo pasivo del diseño de sus muebles de herrería, y de su posterior colocación; también de la decoración de la que años después fue mi casa, utilizando toda clase de motivos mexicosesentayocheros. No puedo dejar de mencionar el mea culpa por permitir que frente a mi, descuartizara su antigua consola (en magnifico estado) con miras a instalar su contenido en... un gabinete de herrería. acepto también que aprobé, ante la contrariedad de todos cuando, furico y vengativo, deshizo con un hacha (si, leen bien) el espejo lateral de un conductor que se le cerro.

Estos y otros detalles - su extraño negocio de nieves y paletas, y su fugaz trayectoria como conductor de colectivos, por ejemplo - hacían que no siempre gozara de la aprobacion de todos: sin embargo, creo que también habría que recordar que estuvo siempre listo a colaborar en lo que fuera necesario, lo mismo en festejos que en duelos, que en los años dificiles para el Abuelito, Jorge se empeñaba en hacer amenas las horas interminables; así, lo hacia acompañarlo a la calle, a veces con el único objeto de distraerlo del tedio, lo animaba a competir en el antiquísimo telepong, o aplaudía entusiasta mientras los abuelitos rompían la piñata en su posada (en la que, por cierto, solo estaban ellos). Todo eso, como lo veo yo, merece un agradecimiento, como lo merecen también todos los viajes, detalles, charlas y momentos de felicidad que le procuro a Licha. Por eso, y doliéndome mas de lo que pensé, aquel día 17 de hace 2 meses, me despedi de Jorge dándole las gracias por estar entre nosotros estos últimos 26 años. Y así, con todo lo mencionado, así lo voy a recordar.