miércoles, diciembre 30, 2009

DICIEMBRE 30

Yo creo que no lo hemos hecho mal.

Es sabido – y probado – que lo que cada quien será y ofrecerá al resto del mundo durante su vida, se define – yo diría que se forja – en los primeros 3 o 4 años de vida. Así, todo aquello que el pequeño individuo registra en su mente y en su alma en esa etapa, queda ahí grabado a fuego, determinando su manera de ser en el futuro. No en todos los casos el proceso es exitoso: se requiere no solo del rigor de quien a golpe de mazo en la forja inculca la dureza y el carácter que distinguirá a la pieza; también es necesaria la mano artesanal y sensible que imprimirá nobleza y legara de ella misma la sensibilidad necesaria para apreciar y amar.

Podemos considerarnos afortunados: muchos de los que leerán estas líneas, además de él que las escribe: tuvimos la suerte de pasar por las manos de quien tuvo el balance justo para crear buenas piezas. Por lo que a mí se refiere, fueron justo esos 4 años los que pase más cerca de el, comprendiendo cada día su modo de ver y hacer, aprendiendo para el futuro.

En años posteriores, en plena adolescencia, los consejos, las enseñanzas y los ejemplos cobraron más fuerza, quedando plasmados para siempre: estudien, respeten, trabajen, escuchen, lean, piensen, sean pacientes, educados, correctos, humildes, respetuosos… hombres y mujeres de provecho y de bien.
Hoy, treintaytantos años después, extraordinario que estuvieras aquí y pudieras vernos ahora; que disfrutaras los logros y consolaras en las frustraciones; sería maravilloso que conocieras a mi Rogito… Sería fabuloso que vieras que todas esas palabras y enseñanzas si funcionaron.

La mejor y más valiosa de todas, la cual procuro que rija mi conducta todos los días: Las cosas se hacen bien o mejor no se hacen. Justo en este momento me siento como cuando tenía 4 años y me sentabas en tus rodillas o me comprabas paletas de goma en forma de gallo al ir por la leche, o cuando no permitías que anduviera con la camisa mal acomodada o mal peinado; como cuando me enseñaste a colocar un clavo, o cuando descubrí que los espejos maravillosos salían de tu imaginación y de tus manos.

Así me siento y, por lo mismo, te extraño y te necesito igual que hace 18 años. Mi mejor homenaje es vivir con los buenos ejemplos que nos dejaste. Los mas chiquitos (hoy no menores a los veinte) tal vez no lo vivieron tan de cerca o quizá no lo recuerden; por eso les platicamos mucho de ti.

Desde donde estés, míranos: creo que no lo hemos hecho mal.


Te quiere y te extraña:

Tu Titere de Estanquillo.


1 comentario:

Ydavsaras Cynara dijo...

Me hubiera encantado que fueras parte de mi vida desde antes de los 4 años... te extraño.