Despues de la oscura carretera, por fin llegamos; en pleno conbebio (perdón... convivio) fuimos recibidos bajo el agradable clima morelense. Lo que quedaba de noche transcurrió hablando, riendo, charlando, comiendo, jugando y bebiendo.
A eso de las 05:00 a.m., fuimos a dormir placidamente para, a las 7 ser despertados por Rogito, que estaba ansioso por bajar a "la playa". El paraíso lo aguardaba en forma de alberca a unos cuantos pasos de la habitación. Ahí chapoteo, disfruto, jugo y se asoleo todo el dia; se convirtió en experimentado clavadista, aprendió a bucear (gracias, Dany) y, finalmente, exhausto, salio para dormir todo el camino de regreso.
A unos cuantos pasos de ahi, Yo, verdaderamente contento por estar rodeado de mis hermanos-amigos mas cercanos, me sentí tan feliz que a ratos me daba miedo (¿nunca les ha dado miedo la felicidad? no, no es ninguna cuestión freudiana, es esa sensacion de que no todo puede ser tan perfecto). Rica comida... exquisita bebida; buena música e inmejorable compañía. Horas mas tarde, el regreso a la enorme ciudad.
Durante el camino me puse a pensar... que opinara, donde este, al ver a cuatro de sus nietos menores compartir, quererse, cuidarse, estar con la gente que quieren mas y acompañarse en un día como este. Seguro se puso contento. Seguro nos vino cuidando todo el camino.
Ver esto fue, seguramente, un magnifico regalo para el Abuelito Felipe en el que seria su cumpleaños 99.
Donde estes, ayer, estoy seguro, te escapaste para venir un rato con nosotros.
2 comentarios:
y seguramente tambien ella nos cuido cuando festejaban juntos...
La vida es maravillosa; existen momentos que jamas seran relevados incluso por las tragedias mas grandes de la humanidad.
Aqui tiene tambien un lector y un amigo; con toda sinceridad.
Gracias por su tan refrescante y buen ejemplo.
Y perdon por la mala aplicacion de la teoria aprendida.
Edwin.
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